Qué irritante es a veces mirarse a los ojos. Esta mirada divide, separa, deconstruye, penetra, permite ver con claridad todos los otros yo—yoes, yos. Y si estos otros vuelven a mirarse a los ojos ¿Qué queda? Tal vez la subdivisión se torne infinita y pueda desembocar en todas las posibles vidas.
Oh, sí, qué irritante que es esto, qué irritante que es esto y comprobar al fin que solo somos esto: yo y mi espejo.
Cada día somos más grafómanos-término que robo de Kundera-que quieren compartir sus escritos. Yo soy uno de ellos, te entrego lector no un trozo de mí, sino lo que considero mejor de mí.
27 nov 2011
13 oct 2011
Hoy solo catarsis
Hoy soñé con él. Como en los sueños suele pasar estaba ahí (él, no yo), insertado en la realidad, impuesto. Se encontraba con la mayor de las naturalidades, inclusive lo vi aun más joven-cabría mejor decir, escribir: menos viejo- solo pude abrazarlo. Le pregunté sin que se me soltara ni siquiera un lágrima-externa-qué le había pasado, qué hacía allí, cuándo y cómo había vuelto, quién era él, quién era yo. Fue solo un chiste, se explicaba, dirigido hacia un amigo. ¿Un chiste? Me pregunté a la vez que le extendía la pregunta a él. ¿Y todos los demás solo actores en este supuesto chiste para “un amigo”? Todos se reían. Si el único que no se reía ante esta supuesta revelación era yo, a las claras se veía quién fue la víctima. Él era Mario y esta es la introducción sobre quién fue para mí.
Escribí algo con el título “Hermanas”, dijo en el primer encuentro de un cuarteto que unos años después se separaría. L a semana siguiente llevé lo pedido, desperté su interés en mí como futuro escritor y desde allí no dejé de escribir. Hoy Mario está muerto y no yo. Esa es una de las cosas incomprensibles. Otra es un concepto en sí mismo: las relaciones, mis relaciones. Cuando me enteré del hecho-esta palabra hace pensar en que alguien produce la acción, en este caso la muerte, ¿Quién? ¿Dios? ¿La muerte misma?- no lo sentí como creía que debía haberlo sentido. Él ya estaba mal, por ende no era tan extraño que sucediese eso, lo extraño fue que no me afectó inmediatamente. El dolor que todavía no me había llegado me permitió ir a ver el programa de Dolina con Ferna, reírme, aunque con un poco de culpa, cabe aquí la confesión: el “tú debes sentirte triste” retumbaba en mi mente. Discutimos este tema con mi amigo, sobre la ausencia del sentimiento esperado; esto me hizo sentir un poco mejor. Todavía me faltaban seis horas para resarcirme -¿Ante quién? ¿Ante mí? ¿Ante él? ¿Ante Él?
Velatorio. El que haya ido a uno sabrá que esa única palabra es capaz de describir todo lo que en nuestros recuerdos se encuentran. Lo realmente pertinente de destacar es que evocar la vida de la persona que nos aunaba esa mañana, verlo-recostado, quieto, tieso, tan frío, tal vez-hizo que algo raro se moviera en mi interior. Angustia, quizás. Lo único que sabía era que deseaba largarme de allí con todas mis ansias, la soledad, dejar de pensar en él tanto como pudiese.
Han pasado más de dos meses y aun no se va, la angustia sigue. Vuelve en sueños (él, no la angustia) y yo sigo acá -¿Dónde? Uno siempre está “acá”- sin poder escribir algo que realmente valga la pena. Lentamente me voy alejando de todos-de mí primero que nadie-, perdiéndole el sentido a lo que antes me causaba placer.
13 mar 2011
Paciencia
Anoche, de nuevo te vieron mis ojos;
anoche, de nuevo te tuve a mi lao.
¡Pa qué te habré visto si, después de todo,
fuimos dos extraños mirando el pasao!
Ni vos sos la misma, ni yo soy el mismo.. .
¡Los años! ... ¡La vida!... ¡Quién sabe lo qué!...
De una vez por todas mejor la franqueza:
yo y vos no podemos volver al ayer.
Paciencia...
La vida es así.
Quisimos juntarnos por puro egoísmo
y el mismo egoísmo nos muestra distintos.
¿Para qué fingir?
Paciencia...
La vida es así.
Ninguno es culpable, si es que hay una culpa.
Por eso, la mano que te di en silencio
no tembló al partir.
Haremos de cuenta que todo fue un sueño,
que fue una mentira habernos buscao;
así, buenamente, nos queda el consuelo
de seguir creyendo que no hemos cambiao.
Yo tengo un retrato de aquellos veinte años
cuando eras del barrio el sol familiar.
Quiero verte siempre linda como entonces:
lo que pasó anoche fue un sueño no más.
anoche, de nuevo te tuve a mi lao.
¡Pa qué te habré visto si, después de todo,
fuimos dos extraños mirando el pasao!
Ni vos sos la misma, ni yo soy el mismo.. .
¡Los años! ... ¡La vida!... ¡Quién sabe lo qué!...
De una vez por todas mejor la franqueza:
yo y vos no podemos volver al ayer.
Paciencia...
La vida es así.
Quisimos juntarnos por puro egoísmo
y el mismo egoísmo nos muestra distintos.
¿Para qué fingir?
Paciencia...
La vida es así.
Ninguno es culpable, si es que hay una culpa.
Por eso, la mano que te di en silencio
no tembló al partir.
Haremos de cuenta que todo fue un sueño,
que fue una mentira habernos buscao;
así, buenamente, nos queda el consuelo
de seguir creyendo que no hemos cambiao.
Yo tengo un retrato de aquellos veinte años
cuando eras del barrio el sol familiar.
Quiero verte siempre linda como entonces:
lo que pasó anoche fue un sueño no más.
de Gorrindo y D´arienzo
Paciencia[*]
Miro a uno y a otro lado pero no concibo trazar semejanzas entre las dos imágenes: un espejo y una foto de mí mismo pero unos diez años menor. Es increíble cómo uno puede cambiar tanto en una década. Antes solía tener el pelo largo, solía tener pelo; ahora en cambio el peso que ahorré con el cabello perdido lo he recuperado en los kilos que gané de grasa en el cuerpo. Sí, definitivamente de la foto al presente no hay nada de similar. En la imagen estoy con Romina y ella seguro que no cambió, en unas horas veré su pelo lacio y negro de costumbre, sus ojos verde agua y su piel canela. Algunos dicen que los reencuentros no existen, que las segundas partes nunca fueron buenas, pero qué se yo. Tal vez se equivocan.
Salgo de casa y estoy muy cerca de verla de nuevo a ella, mi primera novia. Mi ansiedad me consume y no puedo dejar de imaginármela, quizá más bella ahora, más inteligente. Recuerdo cuando teníamos esas largas charlas desde la tarde hasta pasado el amanecer, hablando sobre todos los temas, los triviales y los profundos. Fue con la única con la que pude tener esa conexión, eso que casi podría llamarse empatía.
Una rosa amarilla en el pelo ¿Dónde estará? Hay demasiadas mesas y tan poca gente en este lugar, no me debería costar tanto dar con ella. A ver, a ver… ¿Será esa? Pero no, no puede ser. Esa está inclusive mucho más subida de peso que yo, se le ven las arrugas a una milla y su rostro me hace acordar al tango Maquillaje, queriendo aparentar demasiado una ficticia juventud. Por lo menos yo acepto mis treinta años. ¿Será ella? Es la única con la rosa encima. ¿Voy o no voy? Saco la foto del bolsillo del pantalón y como temprano por la mañana hago el ejercicio de comparar, ahora a la mujer sentada y a la fotografiada ¡Son dos personas totalmente diferentes!
Obedeciendo a mis impulsos me retiro, al final me digo que deberé tener paciencia. Paciencia para ver si algún día logro encontrar a mi Romina, tal vez aun no ha vuelto…
15 feb 2011
¿Empatía?
Me provocás frío ajeno, me dijiste el día que nos conocimos, cuando yo me derretía a causa del calor que sentía; nunca nos entenderemos nos declaramos mutuamente. Yo me cansé de gritarte que a veces es mejor callarse mientras que vos me aturdiste con tus silencios, los que nunca alcancé a descifrar; nunca nos comprenderemos nos comentamos con miradas. Sin embargo, hoy te observo recostada al lado mío y concluyo que tal vez esto sea el amor, dos que luchan por entenderse infinitamente.
25 dic 2010
Frágil corazón
No me enojo, tan sólo me decepciono. Esas siempre fueron sus palabras. Así fue como su corazón fue endureciéndose más y más, tornándose más y más débil. Hasta que un día, al escuchar un último perdón, su corazón no tuvo más remedio que caerse y hacerse añicos.
24 dic 2010
Noche estrellada
En esta noche abierta admiro perfectamente cada una de las estrellas que vislumbro. Siempre se me figuraron como ojos diminutos que me observan desde lo lejos. Quisiera saber quién como yo desde este lado del universo, se detiene a pensar en estas cosas, pero a años luz de distancia.
Narcisismo
Me enamoré. Recuerdo el día exacto en que vi el reflejo de mi rostro en sus ojos. Como si fuera un lago me lancé hacia a ella y morí en sus brazos.
23 dic 2010
La hora de la catarsis
Siendo las 0:32 de un sábado en mi país, les digo buenos días. He acudido a mi taller literario. Al momento de ir la lluvia arreciaba directamente en el colectivo, parecía que iba a chocar, que algo grande estaba por suceder, pero no tenía miedo, es más deseaba que algo rompiese con esa gris monotonía. Al volver, leyendo "Naúsea" de Sartre, me sentí solo. Un punto que viaja en un medio de transporte. Mis compañeros de travesía eran diferentes, son diferentes. Todas las semanas se repite el mismo episodio; soy uno que lee, lo demás o me ningunean o se mofan de mí, el porqué nunca lo sabré. Sé que me siento aislado, o como le hace decir a Roquetin "de más". Otro segundo que pasa es un pensamiento más que se suma para restar; cada vez estoy más lejos, es como si tuviera una carga opuesta a los otros. No, YO soy el otro. "Me sobrevivo", como dice Anny.
Me descargué.
Paranoia
Los rostros se dilatan más y más. La relatividad del mundo me ahoga. Quiero besarte, me acerco pero me rechazas-¿O es que tú vienes y yo me escurro?
La mente se llena de olvidos, el de tu cara, de tus gestos y me inundan recuerdos futuros de instantes no sucedidos.
Tengo en la boca un gusto a mar que no probé, sin embargo tus besos se han ido. Quiero despertar pero no estoy soñando.
La mente se llena de olvidos, el de tu cara, de tus gestos y me inundan recuerdos futuros de instantes no sucedidos.
Tengo en la boca un gusto a mar que no probé, sin embargo tus besos se han ido. Quiero despertar pero no estoy soñando.
Sentimiento salado
Al pronunciar mi primer y único No una lágrima brotó de tu ojo derecho, aunque más bien parecía que nacía de tu alma. Si lo hubiera sabido antes hubiera dicho SI, para no ahogarme en este mar de tristeza.
11 dic 2010
Lluvia-un relato acorde al clima reinante en estos días
Lluvia
Llueve. Llueve demasiado. Ha llovido toda la noche, aquí y allá. Siempre que sucede me pregunto, por qué lloverá tanto ¿Qué Dios ha destinado esta tempestad? Pero no logro encontrar respuesta. Tampoco puedo medir de manera precisa si es que aquí llueve con mayor intensidad o si es mucho más cuantioso el diluvio del otro lado. Una, dos, tres, decenas, centenares, miles, millones de gotas o tal vez me equivoco y es continuamente la misma gota que se duplica, triplica y así. No sé. Soy un cúmulo de incertidumbres. Tenemos paraguas, ese no es el problema, el problema es que no cesa. ¿Cómo detener esta lluvia, si ni siquiera comprendemos su origen?
Son gotas, pero gotas saladas. ¿Cómo resistir a la irrefrenable tentación de abrir la boca a la espera de las gotas de lluvia? El que lo niegue estará mintiendo. Sabe a un mar ya conocido por mi lengua. Es un recuerdo muy lejano, pero recuerdo al fin. Cuando niño solía salir a la calle con una especie de tambor tratando de detener la lluvia. Ahora, ya menos niño me inunda un sentimiento opuesto, deseo que no cese de llover. Tengo la impresión de que algún día toda el agua del mundo se acabará. Que el sol absorberá demasiada agua de todo recoveco y el mundo se va a secar. Por eso mismo celebro cada vez que veo agua caer.
En los noticieros radiales y televisivos presagian una constante y decidida lluvia para todo el mes. Es un pronóstico no muy arriesgado, teniendo en cuenta que durante tres días la tormenta no ha concluido y sumado a que sólo restan dos días para completar el mes. Además si nos remontásemos a épocas antiguas ya lo habríamos concluido, de contar el mes con veintiocho días, un año lunar.
Somos cuatro en esta casa. Mi pareja, el perro, la gata y yo. Al parecer soy el único alegre por el “mal tiempo”. Los animales no dejan de aullar y de dar vueltas por toda la casa, haciendo imposible conciliar el sueño. Pero está de más decir que yo tengo escasos deseos de dormir, me paso el día admirando el afuera a través de la ventana, mientras ella se la pasa con los pelos de punta, los brazos en alto y gritando como si el Apocalipsis se avecinara. Yo le dije una y mil veces que el Apocalipsis comienza cuando uno nace, y que es lento, un proceso muchas veces interno, otras no tanto pero como todo culmina, nos morimos. En el peor de los casos uno se muere de inanición, mucho antes que de puro ser humano, y es un vivo muerto. Mas esta muerte viene a desperdiciar de alguna manera a las demás vidas, que se creen luchadoras contra un enemigo siempre eficaz, contundente y mejor: el tiempo. Mas el final es siempre el mismo como el principio, lo que varía es lo que está en el medio.
Escribo en la ventana “Lo importante es creerse inmortal, pero sabiéndose esclavos de nuestra mentira” mi frase favorita. Como en el amor, tenemos que tener la fe de que el tiempo es eterno, creernos en algún punto dioses, si nos detenemos un minuto a contemplar la vida tal y cual es realmente, nos daremos cuenta de su sin sentido, y si persistimos un momento más nos perderemos toda la vida. Pero sólo hay que mentirnos un poco. No andar por la vida como gatos con siete o nueve vidas arriesgando una-que es la única- por cualquier parte.
¡Que dulce melodía, la de la lluvia en mi techo! Siempre en mis soliloquios aparece algo relacionado a esta música. Es ideal para pensar. Lo que consigo pensar es que es un tanto discorde con el perro, la gata y mi mujer gritando al unísono, pero trato de separar los sonidos más apacibles.
Ya el agua comenzó a filtrarse con calma por debajo de la puerta. Con mi mujer nos miramos estupefactos. Era la segunda vez que se llenaba de agua la casa. Mas aquella ocasión nuestras mascotas no se encontraban en nuestra posesión. No estas. Teníamos un loro y un águila. Ambos se escaparon cuando la casa se estuvo por convertir en una pecera. Ahora estos dos-el perro y la gata- son terrestres, ergo que se escapen es un hecho un tanto inverosímil.
Siempre tuvimos la ilusión de comprar una pileta, pero por diferentes razones sobrevivimos sin ella. En estos instantes el agua ya nos llega a la cintura y sigue avanzando en su carrera vertical hacia el techo. Por suerte tuve una idea que ahora la creo maravillosa. Tenía mucha, pero mucha sed. Comencé a tomar el agua. Mi pareja me miraba con susto como expresando un asco terrible ante mi acción de beber el agua entrante.
En pocos minutos el agua ya ni mojaba los tobillos. Como mi sed continuaba, salí de mi hogar y emprendí una ardua tarea, beber toda el agua que se me cruzara en mi camino. En una hora yacía boca arriba absorbiendo el agua que caía del cielo y con una sed infinita.
Llegado el momento de culminación de la lluvia, la gente me aplaudía porque gracias a mí había detenido el terrible anunciado diluvio. Pero en mi opinión sólo deseaba saciar mi asombrosa sed.
Me dieron una placa, quinientos mil dólares y un globo. Dos semanas luego, la gata jugando me rasguñó la panza y empezó a salírseme el agua.
Retazos de escritos sin sentido
Mi madre me entregó algo amorfo, de color amarillo, feo. Al principio le sospeché una calidad insectívora pero luego me di cuenta de mi error. Como al pasar se me cayó en el patio de mi casa, ese que tiene una tierra muy fértil. Los días fueron pasando y yo contemplaba cómo en una zona del fondo de mi hogar una pequeña planta iba creciendo.
Pasaron dos meses, una gran planta adornaba nuestro pequeño patio, de las puntas de las ramas brotaron ñoquis; mi abuela todos los domingos los corta y comemos las pastas más ricas que he probado. ¡Nada mejor que las pastas de la abuela!
Me han dejado en una caja de cristal, de cristal polarizado. No puedo ver con nitidez el exterior, la opacidad me inunda. Un haz de luz atraviesa un vértice de la caja, la misma se rompe en miles de pedazos. Salgo y ña claridad irrumpe en mis ojos, me encandila, me deja ciego. Camino pero no encuentro sitio que me conforme; todos son parlanchines de una lengua inenteligible. Quiero volver a mi caja, a mi soledad. Aquí, en el exterior, estoy más solo.
Colgado de las patas del pajarraco más feroz-mi pasión-vuelo hacia los recodos más rocosos de mi imaginación. La velocidad a la que soy arratrado es casi inverosímil, siento desintegrarme a cada momento, pero me aferro fuertemente para no caer. Caer sería, volver a la realidad. Por fin, puedo dormir en la luna, junto a los lunáticos, me estaban esperano; me coronan rey y me recuesto en un cráter.
Un ruido me despierta, alguien ha muerto. Corro para observar de quién se trata. Es un largo y cruento minuto. ¡El tiempo se está muriendo! Exclamo alarmado. Quiero gritar pero me es imposible, el sonido también ha fenecido. ¿Olvidar su voz, el canto de los pájaros, a Wagner? Nunca.Pero, pero....Todo es olvido...Vuelve a empezar, eterno retorno.
Puedo caminar, puedo correr y también puedo volar. No sé si sueño o estoy en la vigilia. Solo sé que soy un gigante. Tengo el poder de dominar la palabra, esa que enamora, esa que es sublime. Pero tengo el cuidado de no desperdiciarla, como todos los poderes, se va agotando. Algunos creen que soy callado, serio. Esos no me conocen. Yo hablo, hablo del paraíso, ese donde tú estás. Pero hablo con los que desean escucharme, con el alma hasta quedarse sordos, hasta que se me desgarre la garganta; escribo con sangre para los que prefieren leerme hasta cegarse a través de mis letras. Ya he dicho mucho por hoy.
El gigante volvió. Tengo un bombín, un frac y deambulo por la ciudad. Extraño demasiado a mi musa, a mi inspiración. Está dando vueltas por el mundo, recorriendo lugares, recogiendo el aroma de las cuatro estaciones, rozando sus tersas manos con las sinuosidades más hermosas y viendo el paisaje más sublime: la luna reflejada en el mar. Pronto seré más grande aun. Y cuando lo sea, los que saben leerme lo observarán.
¿Puedo no ser un gigante? No me dejan ser otra cosa. Tengo en cada extremo dos semillas que germinan poco a poco. Ambas son sensibles pero a la vez fuertes. Repito ¿Puedo no ser un gigante? Ya no son semillas, si no los frutos más grandes y jugosos. No son frutos que alimentan a mi estómago. No. Los absorbo y a través de mis venas mi corazón se va llenando de ellos. No puedo ser otra cosa más que un gigante que se acrecienta sorbo a sorbo. Ahora me mofo de la muerte.
Utilizo el silencio no como lo hace la mayoría de las personas inteligentes: como una forma de agresión, incomodando a los demás; como una muestra de complicidad, ese silencio que une. No. Es más yo no lo utilizo, es el medio con que se muestra el sentimiento que rige a casi toda mi persona: el miedo. Ante el miedo de romper con la cotidianeidad, ante el pavor de cometer un yerro, callo. Soy presa del silencio…
Tengo terror de no haber cambiado en lo más mínimo. Este sentimiento radica en que no quiero ver que el calendario ha ido avanzando, y sin embargo darme cuenta que yo sigo siendo el mismo. Sería realmente indeseable verme al espejo, observar el reloj, pensar cuántas horas han pasado y yo no he crecido, ni sentimental ni mentalmente; no he sufrido-redundancia, pues sufrir es crecer si bien se lo mira. Me encuentro caminando despacio sobre un suelo pedregoso, bajo la mirada para contemplar con estupor que tan sólo están mis huellas; no familia, no amigos, no nadie. Parpadeo unos segundos para vislumbrar que ahora ni mis pisadas se encuentran. Hasta el que escribe se ha esfumado.
Amo a la luna más que a cualquier ser-humano o no. Puedo contemplar su resplandor durante horas infinitas, el solo hecho sentirme iluminado por su luz ya me tranquiliza. Quisiera morir en ella.
7 dic 2010
Cuarto
Cuarto
El ventilador gira eternamente apostado en el techo del aula. Pero ¿Realmente es el artefacto el que se mueve? ¿O las aspas y todo el ventilador se queda inmóvil y lo que se desplaza a su alrededor es el cuarto a una velocidad inusitada? ¿Por qué ocurre todo esto? Desde que he ingresado a este sitio las cosas no han sufrido variaciones, digo las cosas pues yo sí me he visto alterado. La angustia existencial típica, esa la de creerse por fuera de las cosas, se ha visto aumentada por el hecho de que nada, absolutamente nada en esta habitación me es familiar.
¿Por qué he entrado? No creo que exista una explicación cabal, tan sólo puedo afirmar que tenía que entrar aquí. La puerta, un pedazo de hierro macizo muy sólido ha clausurado el recinto detrás de mí ¿Le habré vedado el deseo de penetrar a otro como yo? No lo sé Más aun ¿Quién sería otro como yo? ¿Quién soy a fin de cuentas?
Abro los ojos y despierto. Eso hubiera sido perfecto. En cambio, cierro los ojos y me sueño en una cena repleta de comensales. La mesa era exageradamente larga, infinita, no alcanzaba a divisar a mi último compañero de la comida. Un chef de una estatura despreciable tiene sobre si cabeza una bandeja de plata tapada enorme. Por fin la apoya sobre la mesa, en frente mío. Destápala ahora, me ordena. Procedo a obedecer y en cuanto me dispongo a observar lo que se encuentra dentro de la bandeja una gota fría cae sobre mi párpado derecho. Vuelvo a la realidad.
¿Por qué antes no había apreciado la ventana que se halla delante de mí? Me acerco a ella y con sorpresa advierto que el mundo está afuera, ¿He estado tan distraído que no percibí una segunda ventana al lado de la primera? Camino hacia la que he vislumbrado recientemente y antes de que pueda asomarme un destello me enceguece. Al cabo de un tiempo indeterminado despierto en el mismo lugar. Me digo resignado que fue un yerro haber entrado, ya no puedo salir de mí.
5 dic 2010
Reflexiones vindicativas
¿Qué hay luego del rechazo? Lo que primero que se nos viene a la cabeza es el amoroso, pero todos son iguales. Cualquiera comienza y termina con un NO. Esa negativa implica la desafección de nuestro ser en cualquiera de los sentidos de los que se trate. Ante este acto ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? Se pueden derramar lágrimas, lamentar por días y días. O se puede ser superior que ese dolor y crear con él. Alejandro Dolina cada vez que es preguntado si la tristeza es preferible a la alegría para el artista, con frecuencia responde que da lo mismo, un artista creará con cualquier sentimiento; en cambio uno que no lo es, ni aunque se le mueran todos a su alrededor será un artista de cuarta categoría. Yo, que no me considero nadie digno de aquél mote, opino que tomar una pluma, un pincel, un instrumento y creernos inmortales o hacer arte que es algo similar, nos engrandece. Esta acción, aunque seamos unos ineptos en lo que nos desarrollemos nos acercará un pasito a la conversión en dioses. ¿Por qué? Dirá aquel que se haya perdido en este enjambre de palabrerío. Sencillo comensal mío, el arte, esa forma de acortar la distancia a vislumbrar la belleza pura, plasma en nuestros ojos y almas las ansias de eternidad; aun más, la aspiración a lo perfecto nos hace menos imperfectos, en el arte no existe ni tiempo ni espacio, tan solo lo efímero. Por lo tanto cada NO se transformará en su contrario en su máxima expresión: un rotundo SÍ de la vida, una demostración de que si DIOS existe es el que creamos con nuestros sentimientos.
¡Juntemos lágrimas, pues y atiborremos de monumentos y relatos por doquier! ¡La inspiración no nos aguarda sentada!
¡Juntemos lágrimas, pues y atiborremos de monumentos y relatos por doquier! ¡La inspiración no nos aguarda sentada!
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